EL FOCUSING
El focusing es una herramienta, en el proceso y trabajo terapéutico, que sirve para conectar con aquellos significados latentes, o implícitos, que están en nuestro cuerpo, pero no llegan a nuestra conciencia. Es decir, mediante las sensaciones corporales, podemos llegar a conocer aquello que no hemos logrado ver desde la mente.
Así, se trata de focalizar la atención en el cuerpo, adoptando una posición abierta ante lo que podamos sentir, ante lo que pueda venir. Y, acogiendo la sensación física como una parte más de nosotros, no como un extraño, llegamos a identificarla, nombrarla, y entenderla: por qué o para qué está ahí.
A diferencia de la psicosomática, no se trata de acudir a terapia con un dolor físico marcado, para poder hacer esta técnica. Cualquier persona, sin ninguna dolencia física o malestar, durante el focusing, experimentará sensaciones corporales, que, una vez se acabe el ejercicio, desaparecerán.
Desde esta perspectiva, el cuerpo tiene su propio saber, y, si nos detenemos a escucharlo, podemos acogerlo desde la consciencia. Podría decirse que el cuerpo es un sabio, y, las sensaciones físicas, mensajes por descifrar.
¿Cuáles son las fases del focusing? Son cinco fases:
- Despejar un espacio: se trata de relajar la mente y el cuerpo para crear esa apertura a lo que venga, que antes he mencionado.
- Sensación- sentida: se trata de formar una sensación sentida, abriéndonos a sentir lo que venga, dejando que sea el propio cuerpo quien elija qué tema trabajar.
- Encontrar un asidero: permitir que se exprese la sensación sentida, nombrándola, simbolizándola.
- Resonar: chequear que el significante puesto a la sensación es realmente el que mejor se ajusta.
- Preguntar: para profundizar y buscar mejor el/los significado/s asociados.
Se señala como autor de esta técnica a Gendlin, sin embargo, ya era usada en el budismo, hace dos mil años.
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