¿Qué es la felicidad? Y su relación antagónica con el pensamiento dicotómico.
Antes de reflexionar sobre las claves para ser feliz, hay que preguntarse qué se entiende por ser feliz.
La felicidad se define por la RAE como un estado de ánimo en el que la persona se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea, o por disfrutar de algo positivo. Sin embargo, la felicidad entendida como goce parece más bien un exceso, algo más allá del placer. Algo, incluso, negativo.
Así, este bienestar entendido como goce es algo momentáneo, por su cantidad excesiva, difícil de retener; pero si reducimos la felicidad a placer, pese a ofrecer menos intensidad, se nos plantea como un término medio que ofrece estabilidad. Parece una clave para llegar a la verdadera felicidad.
La felicidad como placer parece un valor más seguro, un estado anímico pacífico.
Sin embargo, en mi experiencia terapéutica, he oído en diferentes ocasiones cómo la persona no desea esa estabilidad. No quiere renunciar a ese goce de felicidad. Dice preferir vivir en ese torbellino emocional de subidas y bajadas.
Esto sucede porque no es poco común dividir el mundo, y sus emociones, en una dicotomía, en dos extremos: blanco o negro, amor u odio, ser querido o ser rechazado… Olvidando el término medio, el cual, en muchas ocasiones, salva. Salva de vivir no sólo lo positivo con una intensidad excesiva, sino también lo malo. Vivir lo positivo de forma excesiva puede sonar bien, atrayente, sin embargo, esconde conductas de descontrol como un gasto excesivo, tomar decisiones precipitadas, pensar poco… y luego arrepentirse. Así como construir castillos en el aire, y sufrir después su caída.
Y, por otro lado, pero en relación con esto último, el vivir las cosas negativas como excesivamente malas, lleva a, precisamente, sentir esa caída del castillo sin cimientos con muchísimo dolor, desilusión, decepción, y sufrimiento.
Al final, uno está condenado a vivir como una veleta, yendo y viniendo de la felicidad intensa a la tristeza también intensa. Esa es la cara B de la felicidad como goce, que no viene sola, va de la mano de una tristeza igual de fuerte. Por ello es tan importante trabajar ese pensamiento dicotómico, y hallar un término medio. Y, por supuesto, dentro de ese término medio existe también la felicidad y la tristeza, pero no en medidas tan extremas.
Esta es una de las claves más importantes para poder ser feliz.
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